PLASTICIDAD CEREBRAL

Todo hombre puede ser, si se lo propone, escultor de su propio cerebro

                                                                                                                                           Santiago Ramón y Cajal

El desarrollo del cerebro humano comienza en un momento temprano de la gestación. En torno a las tres semanas de gestación, el embrión cuenta ya con un cerebro primitivo, que  en esencia, se trata de una capa de células formadas en un extremo del embrión. Ésta capa se plegará para formar lo que llamaremos tubo neural.

Durante las semanas siguientes, el cuerpo y el cerebro expirentarán grandes cambios, para que en torno a los 3 meses y medio de gestación, el feto cuente ya con un cerebro propiamente humano. Los surcos y las circunvoluciones se formarán más tarde, en torno a los 7 meses de gestación. En el momento del nacimiento, el cerebro presenta características anatómicas semejantes a las de un cerebro adulto, pero, su estructura celular no es la misma.

Volvamos al tubo neural para encontrarnos en el lugar donde se forman las células madre neurales, las cuales tienen gran capacidad de autorrenovación. La división de una de éstas células da lugar a dos células madre, de las cuales una morirá y la otra volverá a dividirse. Este proceso se producirá a partir de este momento y durante toda la vida. En el cerebro adulto, las células madre neurales forman la zona ventricular.

La importancia de estas células la encontramos en la capacidad que presentan para crear células progenitoras, a través de las cuales (reduciendo el proceso de explicación) se termirán formando las neuronas y las células gliares.

Por tanto, las células madre neurales dan origen a todas las células especalizadas del encéfalo y la médula espinal.

Una vez ha terminado la neurogénesis general, comienza el proceso de diferenciación celular, proceso por el cual las neuronas se especializarán para que en el momento del nacimiento estén preparadas para desempeñar con éxito su función: vista, oído, olfato… Al nacer, la diferenciación está casi completada, aunque no ocurre lo mismo con la maduración de las neuronas (establecimiento de sinapsis entre las neuronas).

Llegadas a sus destinos finales, las neuronas deben comenzar a formar dendritas y axones y posibilitar así la sinapsis con otras neuronas. Estos procesos forman parte de la maduración normal.

Este proceso de organización neurológica comienza cuando las neuronas empiezan a conectarse unas con otras y esto es posible gracias a estimulación proviniente del medio ambiente y de la experiencia. Es un proceso que se origina de manera natural siempre y cuando se reciba una estimulación por medio de los sentidos que sea suficiente en cantidad, duración e intensidad.

Lewinn (1969), consideró la organización neurológica como:

Aumento de el número de conexiones entre las neuronas dependiendo de la maduración y de la experienciaEl proceso mediante el cual el organismo, sujeto a fuerzas medioambientales, logra el potencial inherente a su código genético

Esto es importante porque si el medio ambiente determina el que alzancemos nuestro potencial inherente, significa que mediante estimulación adecuada, en los casos en que así se requiera, podemos conseguirlo también.

Visto esto, sabemos que hay factores que puede influir en la organización neurológica, de tal manera que ésta no llegue a resultar adecuada:

  • en el momento de la concepción (formación del código genético)
  • durante el embarazo (alteraciones en la proliferación neuronal, migración y maduración)
  • malos hábitos por parte de la madre (consumo de tóxicos, ansiedad o depresión que causan modificaciones hormonales en la madre que influyen en el desarrollo del sistema nervioso del feto)
  • tras el nacimiento por enfermedades infecciosas, traumatismos

Dependiendo del grado de desorganización tendremos una sintomatología que irá desde la incapacidad para moverse o emitir sonidos, dificultades del lenguaje, dificultades motrices gruesas y finas hasta problemas que dificulten el aprendizaje escolar.

Una intervención adecuada minimizará las consecuencias provocadas por esta desorganización neurológica.

Gracias a la plasticidad cerebral podemos hacerlo.